jueves, 6 de julio de 2023

El Día que Ringo le dio una paliza a un Nazi

 

Corría junio de 1969 y el campeón argentino de los pesados Oscar Natalio "Ringo" Bonavena ya se preparaba para un combate tan decisorio como icónico en su carrera, la pelea con Muhammad Alí. Aunque aún no había fecha fijada, Ringo sabía que ese era su norte e iba a hacer todo cuanto pudiera para llegar hasta él. Venía de “ir al bombo” en una pelea en Montevideo, Uruguay, para ayudar a Gregorio Goyo Peralta, quien le había pedido fingir un empate en una revancha por el título que había perdido contra él. Era para poder recomponer su carrera, le dijo. Y Ringo aceptó. Así era él, capaz de ayudar a su rival de toda la vida y llorar con él para consolarlo por el trono perdido. Fue en esos días que aceptó la realización de una pelea que se programó para tres meses después, el 20 de septiembre, con un tal Wilhelm von Homburg, un boxeador alemán, polifacético, actor y ex luchador. La pelea no tenía casi valor desde lo deportivo, pero era una buena oportunidad para embolsar una importante cifra para sostener su camino hacia Alí. Y allá fue, a Alemania. Lo que Ringo definitivamente no esperaba (ni nadie) es lo que esta nota revela, merced, como siempre sucede, a una gran coincidencia y a un no menor instinto periodístico que me llevó a descubrirlo. Por eso el relato en primera persona.

 

Luis Ponzo Navarro (en la foto con Ringo), periodista especializado en boxeo, viajó a comentar la pelea de Bonavena para Radio Colonia. Era mi viejo. Yo, hoy también periodista, era fanático de Ringo a quien había conocido en la cancha de Huracán incentivado por él y a quien había “acompañado” en varias oportunidades desde el ring side gracias al oficio de mi viejo también. Ringo solía hablarme, sentarse a mi lado y hasta saludarme cuando subía al ring. Me aconsejaba que siguiera con mi rehabilitación para recuperarme de una polio que me había afectado antes del año de vida. Eso lo sensibilizaba. Tenía hacia mí una empatía y un afecto auténtico que lo demostraba con esa distinción del saludo y con algunos regalos que me mandaba. Esta vez, otra vez por intermedio de mi viejo, Ringo me envió los guantes que había usado en esa pelea en Alemania. Me había hecho otros regalos, discos, fotos autografiadas y hasta su firma en el yeso de una mano que me había lastimado. Pero estos guantes eran lo máximo y por supuesto algo muy particular. Eran marrones, de la marca Berg, pesaban increíblemente apenas 9 onzas –en lugar de las 12 onzas, hoy obligatorias para su categoría-, los más chicos que usó Ringo en toda su carrera.



Seguramente esa escasa protección -el peso se debe al menor relleno en los guantes- fue una de las razones por la que los golpes de Bonavena resultaron más demoledores que nunca esa noche. Cinco veces tiró Ringo a Von Homburg en solo tres rounds, dos en el primero y tres en el tercero. Le pegaba con verdadera furia, sabía que lo lastimaba y volvía una y otra vez a golpearlo para que cayera, pero esperando a que se levantara, para volver a atacarlo, con una frialdad inusual en él, un boxeador sanguíneo. Así fue hasta que finalmente el rincón se apiadó del alemán y tiró la toalla tras la quinta y última caída. 

Pese a la tremenda paliza que le había dado, terminado el combate Ringo se le fue encima al alemán, literalmente sacado, con la clara intención de increparlo o algo más y debió ser contenido por el árbitro para evitar que lo lograra. El festejo por la victoria también fue inusual. Ringo se cubrió con la bandera argentina y la agitó en alto mientras que era literalmente bañado con una champaña que habían llevado especialmente para ese fin.

 
 
Allí quedó al descubierto que Ringo había querido golpearlo especialmente, como emulando a Emile Griffith cuando mató literalmente a golpes a Benny Kid Paret, en “venganza” porque previamente a la pelea lo había llamado “escoria de la raza negra” por su condición de homosexual. La extraña virulencia de Ringo, que afortunadamente no llegó a ese extremo de matar a alguien en el ring, fue la clave que desató esta nota. Algo había. Pero ¿por qué tanto enojo, por qué esa furia inusual en un tipo tan bocón como bonachón como Ringo? Alguien capaz de ayudar a un acérrimo rival como Peralta o de llorar con él luego de vencerlo o de auxiliar a cuanto amigo o desconocido se le cruzara delante, no se condecía con un posible proyecto de asesino deportivo. Lo conocía bien yo, habíamos hablado muchas veces y no era así. Recién encontré la explicación a semejante paliza, 54 años después, de forma absolutamente casual, como tantas veces suele pasar, pero con cierta cuota inocultable de curiosidad propia del oficio… y heredada también por cierto.

Un amigo, amateur del boxeo, supo de esos guantes y me pidió verlos, pero creí necesario también conseguir un testimonio o algo que le demostrara que eran los mismos. Con el objetivo de obtener una foto de los guantes, busqué entonces el video de esa pelea y tras encontrarlo en la web comencé a repasarlo, tratando de hacer una captura de la imagen donde se vieran los Berg que me había regalado Ringo. La idea era, después de mostrárselos, exhibirlos en algún sitio de mi casa, juntos, la foto y los guantes, como un testimonio y a la vez un homenaje a mi ídolo de entonces... (y "mi mejor amigo", como me autografió una foto alguna vez). Después de un largo trabajo en un video bastante defectuoso pude conseguir la imagen, pero en uno de los acercamientos de pantalla vi algo que me produjo un impacto muy fuerte. Von Homburg, el boxeador alemán, era un tipo muy alto y robusto (de 1,85 mts), blanco por excelencia, rubio casi ceniza, había subido al ring con una enorme bata blanca y un inocultable aspecto de fiereza. Fue en ese momento que agarró con su guante una cruz que colgaba de su cuello con una pequeña cadena, se la llevó a la boca y la tomó con los dientes para dejarla asomar de su boca mientras alzaba su mano y señalaba a Ringo en el rincón opuesto. Un nuevo acercamiento de pantalla reveló algo que yo no esperaba, pero que pronto tuvo sentido. No era una cruz cualquiera, era una cruz de hierro, similar a la cruz de Caballero con esvástica uno de los símbolos característicos adoptados por el nazismo y que se entregaba los más fieles servidores del régimen como condecoración. Algo percibió Ringo que lo llevó a ese estado de enojo. Von Homburg lo había provocado malamente al romper una foto suya frente a una cámara y con declaraciones que hacían referencia a su origen latinoamericano. Allí estaba tal la razón oculta del odio de Bonavena para pegarle tanto. Ringo había entendido el desprecio del otro.

Von Homburg, el Príncipe como le gustaba que le dijeran, se llamaba en realidad Norbert Richard Hartmut Grupe. Se había cambiado el nombre en Estados Unidos, tal vez para ocultar algo de su pasado, aunque la asociación entre Príncipe y Von Homburg, como él mismo contradictoriamente se quejaba, le diera un inocultable tinte de pertenecer a la nobleza alemana. Había emigrado, luego de la segunda guerra mundial, con su padre Richard Grupe, también boxeador y también luchador. El caso es que Grupe padre tenía una razón para cambiarse el nombre y apellido: había actuado en el campo de concentración nazi Buchenwald. Allí radica el porqué de aquella cruz exhibida en el ring, segundos antes de la pelea, un gesto heredado y tan preparado como intimidatorio.

Aún no se había producido la caída del muro de Berlín y tal vez por eso no hay registro de que Von Homburg recibiera castigo alguno por su tremenda ofensa a un rival. Ese gesto con la cruz, hecho en el contexto de un combate entre un alemán y un latino tomaba especial significación por el escenario donde había sucedido. Es que el estadio donde se disputó la pelea era el Berliner Sportpalast, el mismo donde Adolf Hitler pronunció más de un discurso, como el de la orden de ataque a las ciudades británicas, y el temible ministro de Propaganda alemán Joseph Goebbels hizo el histórico anuncio de “la guerra total” en 1943, cuando ya el régimen caía irremediablemente. El Berliner Sportpalast, ubicado en lo que fuera Berlín occidental, fue calificado por Goebbels como “nuestra gran tribuna política”. Finalmente lo demolieron en 1973.

Von Homburg, caracterizado por la mayoría de los periodistas de época que lo conocieron como un personaje deleznable, sufrió aquella derrota como una terrible humillación y un año después abandonó el boxeo. Alguna vez declaró que no odiaba a los judíos, que no tenía nada contra ellos, una aclaración que seguramente estimó necesaria para poder continuar su carrera como actor… En esa función hizo distintos papeles, interpretando a soldados nazis en cuanta película de guerra pudo y a personajes maléficos, como el tirano Vigo von Homburg Deutschendorf en los “Cazafantasmas II”, el villano James en “Duro de Matar” y el maldito Souteneur en “Stroszek” de Werner Herzog. El papel le gustaba y lo hacía bien. Estuvo preso por tráfico de drogas y proxenetismo, y fue acusado por su padre de abusar de su madrasta y hasta de tener una hija con ella, a la que él señalaba como su hermana. Sus últimos años vivió solo en Santa Mónica, Estados Unidos, con su perra Kiss. Murió de cáncer en México, en 2004, a los 63 años.


Ringo, un año después de esa pelea se enfrentó finalmente con Muhammad Alí y cayó en una pelea quijotesca, en el round 15, por nocaut. 

 

Siguió peleando seis años más con buenos resultados, pero escasas bolsas hasta que volvió a Estados Unidos en 1976 con la expectativa de realizar algunas peleas de menor jerarquía y mejorar sus deterioradas finanzas, producto en buena medida de su extrema generosidad y de un siempre inoportuno y constante derroche. No resultó. Eligió como representante al empresario Joe Conforte, signado como mafioso, quien le había prometido una revancha con Alí que por supuesto nunca llegó. En esos meses estableció una relación confusa con su mujer, Sally Burgess, quien por una cuestión contractual lo adoptó como su pupilo. La pelea prometida se fue alejando y Bonavena remitido a papeles menores. Tras enemistarse con Conforte, su relación con el clan se hizo insostenible. El 22 de mayo Ringo murió asesinado de un tiro certero en el corazón por el guardaespaldas de Conforte, Ross Brimer, en el Mustang Ranch de Reno, Nevada. Tenía 33 años. Sobre él se hicieron dos películas y se escribieron varios libros y notas de investigación. El entierro de Bonavena, al que asistieron 150.000 personas fue una de las mayores expresiones de fervor popular que vivió la Argentina, pese a que se realizó en plena dictadura cívico militar.


                                                                                                                 

Daniel Ponzo          

PD: Un agradecimiento especial al colega Martín Goldbart que publicó un anticipo de esta nota en Clarín bajo el  título "La noche en que Ringo Bonavena le dio una paliza infernal a un nazi...",  a pocos días del estreno de la serie de Netflix, "Ringo: gloria y muerte". 

jueves, 27 de mayo de 2021

"EL NADO SINCRONIZADO", UN PROGRAMA DE LA CIA LLAMADO "OPERACIÓN SINSONTE"

 

La opinión coincidente de periodistas, medios de comunicación y personalidades de distinta índole ha sido definida como un “nado sincronizado”. Pero tiene un nombre en concreto y un apellido significativo: se llama Operación Sinsonte y es un método de la CIA.

Este sistema de manipulación masiva consiste en una "ingeniería del consentimiento", como la definió su creador Eduard Bernays, y busca el convencimiento del ciudadano común vía la cooptación de comunicadores a través de la compra de sus voluntades, corrompiéndolos con miles de dólares que se le abonan como contrapartida. Fue desarrollado por Estados Unidos a mediados del siglo pasado y es ejecutado aún hoy a través de sus embajadas con la excusa de "defender" sus intereses en cada país. (https://focalizalaatencion.files.wordpress.com/2011/09/propaganda-por-edward-bernays_es.pdf).

Aunque parezca mentira que esté disfrazada de tamaña candidez o tal vez llamada así para disimular su sentido depredador, la Operación Sinsonte remite al canto de los pájaros de la familia del sinsonte (la calandria, en la Argentina) que tienen la capacidad de imitar el sonido de otros pájaros para engañarlos. El eje del funcionamiento de la OS es cooptar a medios de comunicación y periodistas, partidos políticos y voces con prédica, incluidos miembros de la cultura, el espectáculo y la farándula, para que simulen ser pensadores independientes, enarbolen posturas similares y la tergiversen y hasta se apropien del llamado sentido común, usando, por ejemplo, palabras emblemáticas que definen posturas ideológicas como “patria”, “república”, “libertad”, etc.

Creada tras el fin de la segunda guerra mundial y nunca desactivada, la Operación Sinsonte se inició con el uso de la cinematografía como medio de persuasión y desde allí se fue expandiendo con el telégrafo, la radio y la televisión hasta convertirse en una herramienta absolutamente eficaz con los medios gráficos y alcanzar en la actualidad un rol preponderante, potenciado como está con la llegada de las redes sociales y el mundo interconectado. George H.S. Bush tras ser titular de la CIA y luego presidente de EE.UU. decidió desarmarlo internamente pero lo mantuvo en el exterior, donde justamente la agencia lo desarrolló a piacere.

La Operación Sinsonte, también conocida como Ruiseñor o Mockingbird (ver video adjunto ---> https://www.youtube.com/watch?v=c8rpUPbIbI0), fue aplicada en los años 50 -y continúa aún hoy-, una vez terminada la segunda guerra mundial. Fue desarrollada inicialmente por la Oficina de Operaciones Especiales (OPS), luego renombrada como la Oficina de Coordinación Política (Office of Policy Coordination, OPC, encargada de operaciones encubiertas como Sinsonte). La OPC es un desmembramiento de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precursora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y fue inicialmente financiada con fondos del Plan Marshall, para “defender los ideales (los intereses en realidad) norteamericanos en el mundo”, según sus principios constitutivos.  

El mecanismo consiste en la construcción de un mismo relato acerca de la cosa pública, esencialmente con un idéntico sentido político, para ser emitido al unísono por distintos canales de divulgación de esa propaganda. Al mejor estilo de Joseph Goebbels (el ministro de comunicación de Adolf Hitler) se basa en la reiteración hasta el hartazgo y el convencimiento pleno de la población tan cándida como fanatizada, utilitaria y creyente de lo que le es dicho sin tener la menor idea de quién se lo dice, en lo que Barnays dio en llamar el "gobierno invisible"

El sobrino de Freud

La mención a Goebbels no es casual. Eduard Bernays, nada menos que el sobrino de Sigmund Freud (hijo de su hermana), fue quien detalló en 1928, en su libro "Propaganda" los puntos clave que había que tener en cuenta para lograr una manipulación de masas efectiva y fue la base que tomó el perverso militar alemán para el desarrollo de su temible aparato propagandístico. (https://focalizalaatencion.files.wordpress.com/2011/09/propaganda-por-edward-bernays_es.pdf)

No en vano Bernays fue contratado a mediados de los 50 por la United Fruit Co para ayudar a convencer al gobierno de EE.UU., junto a la CIA, de la necesidad de dar el primer golpe de Estado en Guatemala (y en la región) contra el presidente Jacobo Arbenz en 1954, quien había impulsado una reforma agraria que amenazaba los intereses "bananeros" de la United Fruit Co no sólo en Guatemala sino en varios países de centroamérica, entre ellos la Cuba de Fulgencio Batista.

A raíz del éxito de la CIA en el manejo de la opinión pública para derrocar a Arbenz en Guatemala y avanzar sobre otros países de Centroamérica, su accionar con la Operación Sinsonte en Latinoamérica se centró en los medios gráficos que generaban ya la agenda de los demás medios de comunicación, tal como lo hizo en Chile vía el diario El Mercurio para derrocar a Salvador Allende y en Argentina vía La Prensa contra el peronismo. "El periódico, desde luego, será siempre el medio principal para la transmisión de opiniones e ideas, es decir, en otras palabras, de propaganda", decía Bernays.

La ejecución de la CIA

En 1977, John Stockwell quien fue “oficial de caso” de la  CIA a cargo de operaciones de propaganda en lugares como Angola y Vietnam, explicó para la televisión cómo la Agencia Central de Inteligencia utilizó a periodistas y académicos, agencias de prensa como Reuters y AFP y grandes medios como The Washington Post y la revista Time para construir noticias falsas y estereotipos sobre países y procesos que Estados Unidos considera enemigos, tal como también atestigüó ante la comisión Church del Senado de EE.UU. que investigó las operaciones de la CIA



En febrero de 1981, el entonces director de la CIA, William Casey, en reunión con el presidente Ronald Reagan, agregó algo escalofriante sobre la intervención de la CIA en actividades de propaganda: "Sabremos que nuestro programa de desinformación estará completo, cuando sea falso todo lo que el público estadounidense crea saber”.

Más acá en el tiempo la Operación Sinsonte se volvió a aplicar como forma de manipulación masiva de la opinión pública en contra de los gobernantes bajo la acusación de ser dictaduras (en una clara apropiación de sentido) y se desarrolló también en Venezuela, contra Hugo Chávez; en Honduras, contra Manuel Zelaya; en Brasil contra Lula Da Silva y Dilma Rousseff; en Argentina contra Cristina Kirchner; en Bolivia contra Evo Morales; en Paraguay contra Fernando Lugo; en Ecuador contra Rafael Correa. En todos los casos ha sido clave la utilización de los grandes multimedios para desplegar desde allí el formidable aparato de propaganda direccionada que se ha construido. 

Esa coordinación del discurso hegemónico, subordinado al poder económico y emitido como si fuera del interés común, busca adocenar a la opinión pública a favor de los planes de dominación de EE.UU. en forma directa a través de los medios de comunicación, hablando acerca de sus empresas como el caso de Pfizer (para inducir el uso de esa vacuna por el Covid-19), por sólo citar uno, o indirecta a través de sus representantes locales, es decir, los políticos que les son afines y que cumplen con sus expectativas de negocios y sus intereses como nación.

La conexión local 

En la Argentina la Operación Sinsonte tiene como nave insignia al Grupo Clarín, uno de los conglomerados de medios de comunicación más grandes y poderosos de la región que mantiene desde al menos el golpe cívico militar de 1976 un trato directo con EE.UU. 

De hecho sus periodistas siempre han sido habitués de esa embajada y prestos repetidores de los papers que de allí emanan que les son entregados para luego ser lanzados al público como el resultado de sus equipos de investigadores y "concienzudos periodistas" que han sido premiados internacionalmente por esos logros -libros como Malvinas la trama secreta, Ricardo Kircshbaum, Eduardo Van der Koy y Oscar Raúl Cardoso o Venta de armas, hombres del gobierno, de Daniel Santoro, sobre el tráfico de armas a Croacia y Eduador, sólo fueron posibles con la ayuda o el intercambio o el dictado de la embajada de EE.UU.

Desde Clarín se coordina a diario cuáles serán los temas del día y especialmente cuál será el abordaje que deberá darse a tal o cual noticia en el conglomerado de medios. Nadie dice que ese sentido sea dado desde la embajada de EE.UU. o desde algún otro lugar, pero todo indica que sí. Por órdenes directas o sugerencias imperativas entonces, desde el multimedio se multiplican luego rápidamente los lazos y mensajes con otros medios y periodistas que, como si fueran voces independientes, tal como el Sinsonte, arribarán a las mismas conclusiones y sostendrán los mismos discursos.

"Queremos preguntar"

 

Por dinero en efectivo, por intercambio de información, por fama o por idiotez, en el listado de ese coro de ángeles figuran además de Clarín, entre otros, medios como La Nación, Infobae o el Grupo América, y periodistas como Ricardo Roa, Ricardo Kirschbaum, Eduardo Van der Koy, Daniel Santoro, Carlos Pagni, Hugo Alconada Mon, Jorge Lanata, Marcelo Longobardi, Eduardo Feinman, Luis Majul, Viviana Canosa, Cristina Pérez, Débora Plager, Magdalena Ruiz Guiñazú, Jonatan Viale, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Nicolás Wiñazky, Nelson Castro, Joaquín Morales Solá, por solo citar algunos. La maniobra se completa con la repetición de las conclusiones sincronizadas por políticos, personajes de la cultura, empresarios, etc. abonada con una interminable serie de trolls que invaden las redes sociales. 

Esa unísona retahíla finalmente queda instalada en el público y, lo que es más grave, en la población de a pié que incorpora como propios los pareceres que les son implantados sin siquiera estar enterados de qué se trata aquello de lo que hablan tan convincentemente aunque no tengan argumento alguno.

La Operación Sinsonte se suma a otras armas de persuasión y dominación como el llamado Golpe Blando ideado por Gene Sharp, también para la CIA (ver aparte en este blog como Golpe Blando), que enarbola entre otras consignas la desobediencia civil. Se complementa también con otras acciones similares como el llamado lawfare (la utilización de las autoridades judiciales para someter al enemigo político -como en Argentina y en Brasil-) la designación de juzgados a pedido (el fórum shopping ), las noticias falsas (fake news), e inclusive el espionaje masivo o hasta llegar al asesinato de figuras políticas, periodistas, fotógrafos, políticos, empresarios, fiscales o jueces, que pueden servir a tal fin.

La OS no es una operación cualquiera y se ensambla perfectamente con el portaviones político conocido como el Golpe Blando, que lo integra también con otros métodos y sistemas como las Fundaciones (creadas y formadas por políticos, empresarios y periodistas como Libertad, Fopea, Pensar, Idear, etc., y asociaciones y cámaras empresariales), que se cuentan por cientos y están financiadas por las megas fundaciones Usaid y NED a travé del propio Congreso de los EE.UU. (http://la-escoba.blogspot.com/2012/09/el-golpe-blando-y-estados-unidos.html).
 
El mencionado Idear (Instituto de Estudios Argentinos) está presidido por el sionista Guillermo Yanco, quien a su vez es socio en la agencia judía de noticias Vis a Vis de Claudio Avruj (presunto agente del Mosad como su socio) quien fuera secretario de DD.HH. de Mauricio Macri y quien es signado como el representante en la Argentina del premier israelí Benjamín Netanyahu. Yanco lleva la dudosa cocarda de estar casado con nada menos que Patricia Pato Bullrich, la ministra de seguridad que realizó importantes compras de armamento a Israel (cuatro lanchas a us$ 49 millones) y que como titular del PRO es una de las principales protagonista de las fake news y de la Operación Sinsonte en el país.  
 

Según sus propios datos la CIA gasta más de la mitad de su presupuesto en este tipo de acciones, lo que revela que ciertamente son muchos los periodistas, políticos e individuos y grupos pagados en el mundo para propiciar y defender esos grandes ideales norteamericanos. Como se dijo, esos "ideales" no son otros que los intereses y negocios de sus empresas en cada país como en la Argentina la venta de medicamentos (la vacuna de Pfizer), la exacción de los recursos naturales como el petróleo y el gas (Vaca Muerta), el oro y el cobre (Mina La Alumbrera), el litio (Jujuy y Catamarca), el agua de los glaciares, las tierras, el mar, etc. Y todo sin contar la principal fuente de ingresos y de sujeción, que es la gran clave para esa apropiación: la deuda externa.
 
Para que exista esa deuda que condicione a los gobiernos que pretendan ser independientes tiene que haber quien la contraiga, así de sencillo. Y para ello, acabada la época de los golpes militares, han sobrevenido "los gobiernos invisibles", como los define Bernays, que no son otros que los que deciden y definen el pensamiento de las masas para "democráticamente" apoderarse de lo que antes tomaban por la vía de las armas.
 
La dictadura de la información  

En su libro, La dictadura de los datos (HarperCollins Ibérica) la estadounidense Brittany Kaiser, activista digital y exconsultora política de Cambridge Analytica (CA), protagonista del documental Nada es privado (puede verse en Netflix), sostiene que “Internet puede ser una herramienta formidable o un yugo que polariza”: la grieta es eso, el temor, el odio y la apatía. Tras ser recabados los datos son usados contra los mismos usuarios para influenciar en sus decisiones, amañar las votaciones y minar la democracia.
 

 

“Es un arma de destrucción masiva, una herramienta política despiadada, efectiva y, lo más peligroso, para la democracia expansible”, sentencia Kaiser, quien acusa a Trump de lograr su triunfo en 2016 por contratar a CA. Además, suma el resultado del Brexit –el Parlamento Británico confirmó que CA trabajó en la campaña del referéndum–; y los procesos electorales en Kenia, Nigeria y más de 50 países; entre ellos, Argentina, donde Cambridge Analytica trabajó para Mauricio Macri y el PRO en 2015. Por caso, el odio a Cristina Kirchner es una muestra de esa manipulación operada de esa perversa manera con la que CA favoreció a su cliente. “Su clave son las psyops (operaciones psicológicas focalizadas)”, explica Kaiser. 

Con métodos de distorsión psicográfica, CA ‘modeló’ a 240 millones de ciudadanos, recopiló sus datos y perfiles categorizando mediante algoritmos predictivos a todo estadounidense mayor de 18 años en 32 tipos de perfiles. Los persuadió y les mostró publicidad, fake news, anuncios o información segmentada, seleccionada e indicadores para influir en sus emociones, motivos, razonamiento objetivo y al final, en su comportamiento”. Se trata del modelo básico de la Operación Sinsonte aplicado a las redes sociales. Kaiser agrega que su libro es “la verdadera historia desde dentro de Cambridge Analytica y de cómo el Big Data, Donald Trump y Facebook (debió pagar ua multa de u$s 5.000 millones) rompieron la democracia y cómo puede volver a pasar”. Esa fórmula de manipulación masiva además de terrorífica es absolutamente dominante porque se centra en "la utilización de la democracia en contra de sí misma. Ya no es para las elecciones sino para dominar a los gobiernos, para condicionarlos y finalmente para derrocarlos como si se tratara otra vez de un cybergolpe de Estado".

Las otras operaciones

La mayoría de la población no está enterada de la existencia de la Operación Sinsonte (pese a la profusa información que puede hallarse y que está, obviamente, suficientemente escondida, hay videos en esta página muy explicativos) ni de ninguno de los otros métodos de manipulación masiva a través de las redes sociales. Esa mayoría cree que opina por sí misma, sin influencia alguna, y hasta porfía en su parecer, que lo escuchó o lo leyó o lo vio o todo eso junto en algún lado, y se enorgullece de pensar como piensan casi todos (especialmente “los que son como uno”), por “la libertad” que tiene de hacerlo y el “derecho” a no desdecirse, por la secreta vergüenza que les da el hacerlo y porque, como el sinsonte, no está dispuesta a ser descubierta también en esa vanidosa imitación de la voz de otros pájaros
 
La Argentina tiene todo y por eso es insoportablemente codiciada. Y por ende corrompida y por ende predestinada a repetirse. La dictadura cívico militar, el peronista Carlos Menem, el radical Fernando de la Rúa y el proista Mauricio Macri (todos neoliberales, por llamarlos de algún modo) han ejecutado un mismo programa económico consistente en el endeudamiento sin sentido para profundizar la dependencia económica. Pero para que pudieran hacerlo han tenido que suceder cosas que se lo facilitaran. El último de esos endeudores seriales ha sido Macri. Y su forma de arribo al poder revela hasta donde la Operación Sinsonte que aplica EE.UU. en la región da su resultado. Centralmente la campaña del empresario multimillonario estuvo basada en la mentira, el temor y el odio (y cuando no, la apatía) tal como está previsto en este tipo de mecanismo de operación psicológica focalizada (OPS), también aplicado durante la dictadura cívico militar a través de los diarios Clarín y La Nación, tras la entrega de Papel Prensa a esas empresas.  
 
Las principales operaciones de la CIA que se han llevado a cabo en la Argentina para destituir gobiernos después de la dictadura cívico militar han tenido por objeto continuar con el plan de exacción que les permite ese formidable mecanismo que es el endeudamiento externo. Y ese eje, el de la deuda, ha marcado la política económica del país de los últimos 45 años. La dictadura cívico militar llevó la deuda externa de us$7.000 millones a us$45.000 millones, el gobierno de Raúl Alfonsín la llevó a us$65.000 millones, Menem la catapultó a us$146 mil millones, Fernando de la Rúa la elevó a us$178 mil millones y Eduardo Duhalde a us$189 mil millones. Néstor Kirchner la redujo a us$125 mil millones, Cristina Kirchner la elevó a us$170 mil millones y Macri a la estrepitosa cifra de us$277 mil millones.
 
Tras abandonar el sistema de golpes cívico-militares impulsados por la CIA han habido también otras operaciones secretas que han generado la continuidad del sistema de alternancia política para la ratificación del endeudamiento y la obtención de pagos, la apropiación de bienes (privatizaciones) y la exacción de recursos naturales. 
 
El advenimiento del presidente Carlos Menem tras la corrida bancaria que derribó a Raúl Alfonsín, abrió el camino a un fabuloso endeudamiento que se sumó al generado por la dictadura cívico militar (incluyó el traspaso de la deuda privada al erario público) que luego se transformó en la liquidación de los activos del Estado. Cuando Menem hubo cumplido con su cometido sucedió un hecho en particular destinado a expulsarlo del poder junto a su adlátere devenido en semi-opositor Eduardo Duhalde. Fue el asesinato de José Luis Cabezas. Ese crimen dinamitó las chances electorales de los dos en una sola operación y permitió que inesperadamente Fernando de la Rúa fuera llevado al panteón de los elegidos para que reafirmara allí todo lo hecho por el gobierno anterior (privatizaciones, entrega de recursos naturales, etc). También hizo lo más importante para el poder económico mundial y fue que, como en la dictadura militar y en el menemismo, como luego lo haría Mauricio Macri, nuevamente se refinanciara y se emitiera deuda (el canje y el megacanje) para presuntamente garantizar la paz de los argentinos. Pero ese plan generó entonces una crisis de proporciones jamás vista, el 19 y 20 de diciembre, que finalmente colocó a Duhalde como titular del Ejecutivo (casi de facto) y como el encargado de reafirmar el nuevo endeudamiento externo, en una secuencia que hoy parece tan repetible como interminable: reconocimiento de la deuda, ejecución y nuevo endeudamiento.
 
Tras el gobierno de Néstor Kirchner y los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner y en medio de la campaña presidencial para un nuevo período kirchnerista sucedió también un hecho inesperado que sepultó toda posibilidad de continuidad: el fiscal Alberto Nisman se suicidó (en forma inducida, como suponemos quienes creemos que nadie se dispara un tiro en el pie en el medio de su paso a la fama). 
La muerte de Nisman significó el advenimiento de Macri como presidente (tal como la de Cabezas había habilitado la de De la Rúa) y otra vez un innecesario, ilegal y absolutamente ilegítimo endeudamiento, incluso peor que los anteriores, que volvió a suscitarse en el país, esta vez con la descarada acción del propio Fondo Monetario Internacional violando todos sus principios orgánicos, pero obedeciendo sí a la orden de su verdadero mandante, los EE.UU., brazo ejecutor de este laberíntico destino. 
 
Esas muertes han sido funcionales, dignas de hechos pergeñados antes que de venganzas o eventuales desesperaciones. Si hay algo que deja al descubierto la intervención de Estados Unidos a través de operaciones de inteligencia es que hubo una persona vinculada directa o indirectamente al asesinato de José Luis Cabezas y al suicidio de Nisman. Se trata de Frank Holder, quien fuera jefe de la CIA para América Latina ni más ni menos. Holder tenía (y tiene) un operador en la Argentina, Eugenio Ecke, socio de los hermanos Fabián y Claudio Picon quienes le prestaban su auto Audi negro al fiscal Nisman. Ecke también fue el encargado de hacerse cargo de las empresas de seguridad de Alfredo Yabrán para el Grupo Exxel una vez desaparecido el empresario tras el asesinato de Cabezas y quien recibió un llamado del vigilador de Yabrán, Roberto Archuvi, minutos después de ocurrido el crimen del fotógrafo, que según se supone fue para avisar que "el trabajo estaba hecho y la misión cumplida". 
Los magnicidios, tal como se conocen a los asesinatos o muertes inducidas para generar una crisis política, han sido, como queda dicho, y es aún el arma de última instancia a la que recurren los agentes de la inteligencia norteamericana en el mundo cuando las situaciones ya no son como ellos esperan. Estemos todos advertidos. 
 
 
Nota al pie: Para otras muestras alcanza con otro botón
 
 El spot de Macri naturaliza el trabajo infantil" - YouTube
"El candidato que acoge a chiquillos en su regazo y logra que le saquen una fotografía actúa sabiamente desde el punto de vista de las emociones si con este acto escenifica un eje fundamental de su programa electoral", decía Bernays en el apartado Propaganda y Liderazgo de su libro. El asesor del ex presidente, Jaime Durán Barba, tiene a Bernays como su autor de cabecera.
 
PD: Entrevista en El Gato Escaldado por AM 750  https://ar.radiocut.fm/audiocut/entrevista-a-daniel-ponzo-en-gato-escaldado/