La opinión coincidente de periodistas, medios de comunicación y personalidades de distinta índole ha sido definida como un “nado sincronizado”. Pero tiene un nombre en concreto y un apellido significativo: se llama Operación Sinsonte y es un método de la CIA.
Este sistema de manipulación masiva consiste en una "ingeniería del consentimiento", como la definió su creador Eduard Bernays, y busca el convencimiento del ciudadano común vía la cooptación de comunicadores a través de la compra de sus voluntades, corrompiéndolos con miles de dólares que se le abonan como contrapartida. Fue desarrollado por Estados Unidos a mediados del siglo pasado y es ejecutado aún hoy a través de sus embajadas con la excusa de "defender" sus intereses en cada país. (https://focalizalaatencion.files.wordpress.com/2011/09/propaganda-por-edward-bernays_es.pdf).
Aunque parezca mentira que esté disfrazada de tamaña candidez o tal vez llamada así para disimular su sentido depredador, la Operación Sinsonte remite al canto de los pájaros de la familia del sinsonte (la calandria, en la Argentina) que tienen la capacidad de imitar el sonido de otros pájaros para engañarlos. El eje del funcionamiento de la OS es cooptar a medios de comunicación y periodistas, partidos políticos y voces con prédica, incluidos miembros de la cultura, el espectáculo y la farándula, para que simulen ser pensadores independientes, enarbolen posturas similares y la tergiversen y hasta se apropien del llamado sentido común, usando, por ejemplo, palabras emblemáticas que definen posturas ideológicas como “patria”, “república”, “libertad”, etc.
Creada tras el fin de la segunda guerra mundial y nunca desactivada, la Operación Sinsonte se inició con el uso de la cinematografía como medio de persuasión y desde allí se fue expandiendo con el telégrafo, la radio y la televisión hasta convertirse en una herramienta absolutamente eficaz con los medios gráficos y alcanzar en la actualidad un rol preponderante, potenciado como está con la llegada de las redes sociales y el mundo interconectado. George H.S. Bush tras ser titular de la CIA y luego presidente de EE.UU. decidió desarmarlo internamente pero lo mantuvo en el exterior, donde justamente la agencia lo desarrolló a piacere.
La Operación Sinsonte, también conocida como Ruiseñor o Mockingbird (ver video adjunto ---> https://www.youtube.com/watch?v=c8rpUPbIbI0), fue aplicada en los años 50 -y continúa aún hoy-, una vez terminada la segunda guerra mundial. Fue desarrollada inicialmente por la Oficina de Operaciones Especiales (OPS), luego renombrada como la Oficina de Coordinación Política (Office of Policy Coordination, OPC, encargada de operaciones encubiertas como Sinsonte). La OPC es un desmembramiento de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precursora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y fue inicialmente financiada con fondos del Plan Marshall, para “defender los ideales (los intereses en realidad) norteamericanos en el mundo”, según sus principios constitutivos.
El mecanismo consiste en la construcción de un mismo relato acerca de la cosa pública, esencialmente con un idéntico sentido político, para ser emitido al unísono por distintos canales de divulgación de esa propaganda. Al mejor estilo de Joseph Goebbels (el ministro de comunicación de Adolf Hitler) se basa en la reiteración hasta el hartazgo y el convencimiento pleno de la población tan cándida como fanatizada, utilitaria y creyente de lo que le es dicho sin tener la menor idea de quién se lo dice, en lo que Barnays dio en llamar el "gobierno invisible".
El sobrino de Freud
La mención a Goebbels no es casual. Eduard Bernays, nada menos que el sobrino de Sigmund Freud (hijo de su hermana), fue quien detalló en 1928, en su libro "Propaganda" los puntos clave que había que tener en cuenta para lograr una manipulación de masas efectiva y fue la base que tomó el perverso militar alemán para el desarrollo de su temible aparato propagandístico. (https://focalizalaatencion.files.wordpress.com/2011/09/propaganda-por-edward-bernays_es.pdf).
No en vano Bernays fue contratado a mediados de los 50 por la United Fruit Co para ayudar a convencer al gobierno de EE.UU., junto a la CIA, de la necesidad de dar el primer golpe de Estado en Guatemala (y en la región) contra el presidente Jacobo Arbenz en 1954, quien había impulsado una reforma agraria que amenazaba los intereses "bananeros" de la United Fruit Co no sólo en Guatemala sino en varios países de centroamérica, entre ellos la Cuba de Fulgencio Batista.
A raíz del éxito de la CIA en el manejo de la opinión pública para derrocar a Arbenz en Guatemala y avanzar sobre otros países de Centroamérica, su accionar con la Operación Sinsonte en Latinoamérica se centró en los medios gráficos que generaban ya la agenda de los demás medios de comunicación, tal como lo hizo en Chile vía el diario El Mercurio para derrocar a Salvador Allende y en Argentina vía La Prensa contra el peronismo. "El periódico, desde luego, será siempre el medio principal para la transmisión de opiniones e ideas, es decir, en otras palabras, de propaganda", decía Bernays.
La ejecución de la CIA
En 1977, John Stockwell quien fue “oficial de caso” de la CIA a cargo de operaciones de propaganda en lugares como Angola y Vietnam, explicó para la televisión cómo la Agencia Central de Inteligencia utilizó a periodistas y académicos, agencias de prensa como Reuters y AFP y grandes medios como The Washington Post y la revista Time para construir noticias falsas y estereotipos sobre países y procesos que Estados Unidos considera enemigos, tal como también atestigüó ante la comisión Church del Senado de EE.UU. que investigó las operaciones de la CIA.
En febrero de 1981, el entonces director de la CIA, William Casey, en reunión con el presidente Ronald Reagan, agregó algo escalofriante sobre la intervención de la CIA en actividades de propaganda: "Sabremos que nuestro programa de desinformación estará completo, cuando sea falso todo lo que el público estadounidense crea saber”.
Más
acá en el tiempo la Operación Sinsonte se volvió a aplicar como forma de manipulación
masiva de la opinión pública en contra de los gobernantes bajo la
acusación de ser dictaduras (en una clara apropiación de sentido) y se
desarrolló también en Venezuela, contra
Hugo Chávez; en Honduras, contra Manuel Zelaya; en Brasil contra Lula Da Silva y Dilma Rousseff; en Argentina contra
Cristina Kirchner; en Bolivia contra Evo Morales; en Paraguay contra
Fernando Lugo; en Ecuador contra Rafael Correa. En todos los casos ha
sido clave la utilización de los grandes multimedios para
desplegar desde allí el formidable aparato de propaganda direccionada
que se ha construido.
Esa coordinación del discurso hegemónico, subordinado al poder económico y emitido como si fuera del interés común, busca adocenar a la opinión pública a favor de los planes de dominación de EE.UU. en forma directa a través de los medios de comunicación, hablando acerca de sus empresas como el caso de Pfizer (para inducir el uso de esa vacuna por el Covid-19), por sólo citar uno, o indirecta a través de sus representantes locales, es decir, los políticos que les son afines y que cumplen con sus expectativas de negocios y sus intereses como nación.
La conexión local
En la Argentina la Operación Sinsonte tiene como nave insignia al Grupo Clarín, uno de los conglomerados de medios de comunicación más grandes y poderosos de la región que mantiene desde al menos el golpe cívico militar de 1976 un trato directo con EE.UU.
De hecho sus periodistas siempre han sido habitués de esa embajada y prestos repetidores de los papers que de allí emanan que les son entregados para luego ser lanzados al público como el resultado de sus equipos de investigadores y "concienzudos periodistas" que han sido premiados internacionalmente por esos logros -libros como Malvinas la trama secreta, Ricardo Kircshbaum, Eduardo Van der Koy y Oscar Raúl Cardoso o Venta de armas, hombres del gobierno, de Daniel Santoro, sobre el tráfico de armas a Croacia y Eduador, sólo fueron posibles con la ayuda o el intercambio o el dictado de la embajada de EE.UU.
"Queremos preguntar"
Por dinero en efectivo, por intercambio de información, por fama o por idiotez, en el listado de ese coro de ángeles figuran además de Clarín, entre otros, medios como La Nación, Infobae o el Grupo América, y periodistas como Ricardo Roa, Ricardo Kirschbaum, Eduardo Van der Koy, Daniel Santoro, Carlos Pagni, Hugo Alconada Mon, Jorge Lanata, Marcelo Longobardi, Eduardo Feinman, Luis Majul, Viviana Canosa, Cristina Pérez, Débora Plager, Magdalena Ruiz Guiñazú, Jonatan Viale, Alfredo Leuco, Diego Leuco, Nicolás Wiñazky, Nelson Castro, Joaquín Morales Solá, por solo citar algunos. La maniobra se completa con la repetición de las conclusiones sincronizadas por políticos, personajes de la cultura, empresarios, etc. abonada con una interminable serie de trolls que invaden las redes sociales.
Esa unísona retahíla finalmente queda instalada en el público y, lo que es más grave, en la población de a pié que incorpora como propios los pareceres que les son implantados sin siquiera estar enterados de qué se trata aquello de lo que hablan tan convincentemente aunque no tengan argumento alguno.
La Operación Sinsonte se suma a otras armas de persuasión y dominación como el llamado Golpe Blando ideado por Gene Sharp, también para la CIA (ver aparte en este blog como Golpe Blando), que enarbola entre otras consignas la desobediencia civil. Se complementa también con otras acciones similares como el llamado lawfare (la utilización de las autoridades judiciales para someter al enemigo político -como en Argentina y en Brasil-) la designación de juzgados a pedido (el fórum shopping ), las noticias falsas (fake news), e inclusive el espionaje masivo o hasta llegar al asesinato de figuras políticas, periodistas, fotógrafos, políticos, empresarios, fiscales o jueces, que pueden servir a tal fin.
Según sus propios datos la CIA gasta más de la mitad de su presupuesto en este tipo de acciones, lo que revela que ciertamente son muchos los periodistas, políticos e individuos y grupos pagados en el mundo para propiciar y defender esos grandes ideales norteamericanos. Como se dijo, esos "ideales" no son otros que los intereses y negocios de sus empresas en cada país como en la Argentina la venta de medicamentos (la vacuna de Pfizer), la exacción de los recursos naturales como el petróleo y el gas (Vaca Muerta), el oro y el cobre (Mina La Alumbrera), el litio (Jujuy y Catamarca), el agua de los glaciares, las tierras, el mar, etc. Y todo sin contar la principal fuente de ingresos y de sujeción, que es la gran clave para esa apropiación: la deuda externa.
“Es un arma de destrucción masiva, una herramienta política despiadada, efectiva y, lo más peligroso, para la democracia expansible”, sentencia Kaiser, quien acusa a Trump de lograr su triunfo en 2016 por contratar a CA. Además, suma el resultado del Brexit –el Parlamento Británico confirmó que CA trabajó en la campaña del referéndum–; y los procesos electorales en Kenia, Nigeria y más de 50 países; entre ellos, Argentina, donde Cambridge Analytica trabajó para Mauricio Macri y el PRO en 2015. Por caso, el odio a Cristina Kirchner es una muestra de esa manipulación operada de esa perversa manera con la que CA favoreció a su cliente.
Las otras operaciones